lunes, 17 de diciembre de 2007

Navidad, dulce Navidad


Estamos entrado en la navidad. Sin darnos cuenta y sin apenas haber tenido tiempo de cerrar la sombrilla de la playa. Convecido estoy que el ser (humano) necesita estos cambios de clima: físicos, meteorológicos y, especialmente, sociales. Aunque proteste. Aunque cada año, y todos los años, los alimentos (en estos días) le parezcan peores, más escasos y de mayor coste. Celebramos las fiestas como autómatas. Creo que las costumbres, las sociales, se han debido inocular de tal manera en nuestro organismo, que ya no se trata de hechos de naturaleza venidos de fuera - exógenos, diría otro -, sino que obedecen a mecanismos biológicos procedentes del interior. Eso sí, seguimos creyendo que no, qué ahora es así, porque así lo dice calendario. Porque ahora toca. Rasputín no tenía estos problemas, creo. De lo que sí estoy seguro es que ahora no los tiene. Afortunado él, que no tiene el deber de participar en las mesas de empresas (comidas, cenas y caraoques), convertidas en rutinarios rituales, porque así lo mandan las fechas. Que quereis que os diga más, que vosotros no sepais. ¡Bailad, malditos, bailad!, como refería la frase famosa.
Felices fiestas.

Joao de Lugano