miércoles, 24 de septiembre de 2008

Hugo nos ha dejado.

Desde hace unos días estamos intentando superar tu ausencia, Hugo. Te has ido como no te merecías y como no tendrías que haberte ido nunca. Es difícil, mucho, estar sin tí. Diariamente, todos contábamos compartir tu bondad, vivir tu serenidad. A veces, tu apatía. Otras, tu vitalidad. Tu calma nos calmaba. Eras como un pequeño remanso de paz viviente. En tu camino se cruzó la maldad y fuiste su víctima. No deseo entenderlo. Nos negamos a entender la crueldad. ¡Mi gatito chiquito y amable dónde estarás ahora! No nos hubiese gustado, pero hubíeramos preferido que te escapases con una gata, o con unos colegas, como los que tenías por los alrededores de nuestra casa. Descansa en paz. Nosotros, todos, nunca te vamos a olvidar. Da por seguro que cada día, todos los días, te estaremos viendo como te subes al árbol de la esquina.

Te queremos, Hugo.