jueves, 21 de agosto de 2008

Yesterday

El ayer es lo único cierto. Es lo único que tenemos. El presente pasa y se convierte velozmente, en un soplo, en el ayer. El futuro no existe. Siempre es negro. Puede ser que no exista por esta razón, no lo sé. Del ayer tenemos, entre otros activos, una bella canción, la más bella que jamás yo he oído: "Yesterday". Esta canción pertenece a mi ayer y tal vez también al tuyo.
Del ayer estamos seguros. Seguros de aquello que vivimos. Tan es así, que hasta estamos seguros de los ayeres de otros (y de otras). Con lo dificil que es saber de los demás...
El ayer puede tener color, puede ser incluso negro, como el futuro. También puede ser transparente o, por el contrario opaco. Puede ser decente o indecente; confuso o claro; sensato o descabellado; rico o pobre; también alegre o triste. O ambas cosas todas. Solamente lo sabe aquel que lo posee.
El ayer posee además los secretos. Está inundado de secretos. ¡Que bien guarda, el ayer, la frontera de lo que no vamos a permitir a otros traspasar!
Que distinto puede ser un mismo ayer para los amantes. Un mismo ayer es para los ricos descarnamente diferente que para el pobre. Esta es otra propiedad del ayer: poder ser individual o colectivo.
Mañana, el mañana, frente al ayer. ¡Cuántas veces has esperado que ese mañana se parezca tanto a aquél ayer!
Cómo te reconozco mi ayer, aunque me duela.
El ayer nunca se convertirá en futuro. Sin embargo el futuro sí se convertirá en ayer. Nunca mi gato me habló de mañana, pero sí recuerdo lo que hizo ayer.
John Lennon opinó de forma parecida a mí. Tanto que lo inmortalizó en la canción más sublime que jamás se ha escrito sobre el ayer: "Yesterday"
Hasta pronto que ya será ayer.
Joao de Lugano.
Agosto 2008.